Stockholm: el síndrome de Madrid
Madrid. Buff… Madrid. A ver, Madrid es una ciudad cojonuda, increíble, sorprendente y en la que cada día puede pasarte algo espectacularmente inolvidable. Hay por ahí un vídeo de estos de autoayuda típicos de los que te suben el ánimo y te comentan cosas que deberías hacer para que tu vida fuera mejor. Es americano (lo conocéis seguro) y en él te recomiendan vivir al menos un tiempo en la City pero escapar de ella antes de que te endurezca. En Nueva York en este caso. Una ciudad en la que aprender a ser persona y en la que conocer gente, reconvertirte en otro y darte cuenta de que hay todo un mundo ahí fuera de tu zona habitual. Bueno pues en el caso español, esa City es sin duda Madrid.
Y si hay una edad concreta para disfrutarla es de los 25 a los 30. Después de esa franja de edad ya se convierte en peligrosa. Puedes haber encontrado un currete que tu conciencia no puede permitirse dejarlo escapar y ya la malvada capital te habrá atrapado para siempre en su fea telaraña. Te echarás pareja formal, tendrás hijos, pagarás un pastizal en guardería, te tocará alquilarte un piso en el quinto coño para poder permitirte pagarlo, o lo que es peor aún, comprártelo en una ciudad dormitorio como inversión de futuro y hala, 70 minutos diarios al trabajo en cercanías/metro o tu ración de atasquito cada mañana en el acceso a la M30. Y siempre en S. Santa, Puente de Mayo y Navidad a escapar como se pueda de las redes de la araña.
Yo viví en Madrid -¿se nota, no?-. Dos veces. La primera de los 25 a los 28 y es curioso porque parece como si en torno a los 4-5 años de duración se fueran sucediendo las generaciones de “madrileños adoptados”. De hecho éste fue uno de los factores por los que me volví. El grupo (amplísimo grupo) que me había formado se fue diluyendo y mudándose de la capital. Normalmente a casa de vuelta o, los menos, de perdidos al río, dando incluso el salto al extranjero. Bueno el caso es que durante esos años, superintensos siempre que salías, cada noche podía pasar cualquier cosa.
Y eso es lo que refleja a la perfección está película, Stockholm. Una salida nocturna de dos colegas que llegan a una casa donde se celebra una fiesta, de invitados de invitados, en la que surgen amistades, alguna más intensa que otra, llega el final de la noche y se produce EL PASEO. El paseo a solas con esa nueva persona que has conocido y donde se juntan alcohol, deseo, risas, dudas, abrazos, pildorazos, miradas mantenidas que permanecen lo suficiente… Oh my God! EL DIVINO MAMONEO.
Stockholm es la película que debes ver si has sido joven y has vivido en Madrid. Si eres joven y estás viviendo en Madrid. O si en un futuro próximo vas a vivir en Madrid y eres joven. Porque pasearás por Malasaña, por Gran Vía, por zona Preciados, Sol, Arenal, Ópera… vamos el recorrido nocturno gato por excelencia si le añadiésemos La Latina. Eso sí, tened en cuenta que por la noche todos los gatos son pardos. A saber de qué color amanecen por la mañana…
P.D.: La peli gana muchísimo tras pasada la primera media hora que bajo mi punto de vista personal es bastante insufrible. Sobre todo porque nunca me creí el papel de él -joder, acabo de descubrir que le dieron el Goya a actor revelación por este papel… -. Pero aún así merece la pena darle la oportunidad. Por cierto fue un proyecto basado en el Crowdfunding así que sólo por eso, por la confianza que por sacarlo adelante pusieron muchas personas, creo que deberíais otorgarle también la vuestra. Aunque eso sí, de nuevo: ¿el Goya a este tío, really…?