Gorilas en la Niebla: la vida de Dian Fossey en Ruanda
La vida de Dian Fossey, la protagonista del peliculón que es Gorilas en la Niebla es muy parecida en cierto modo a la de Thor Heyerdahl, el aventurero noruego que se embarcó en un viaje de más de 5000 millas por el Pacífico a bordo de una balsa tradicional peruana, sólo para demostrar la teoría migratoria que defendió durante toda su vida.
Pues bien, la historia de la vida de Dian Fossey es como decimos muy, muy similar. Sigourney Weaver tiene una obsesión: estudiar el comportamiento de los grandes gorilas de espalda plateada que viven en la región de los volcanes de Ruanda (Parque Nacional de los Volcanes, de hecho), en pleno centro de África. Y está convencida en conseguirlo. Para ello no duda en asaltar a una de las eminencias a nivel mundial y darle el coñazo todo lo que haga falta, hasta que por fin consigue su objetivo.
Aunque para eso tenga que dejar a su futuro marido en el otro lado del mundo a seis meses de la boda que la pareja tienen planeada. Es su vida y tiene muy claro lo que debe hacer con ella. “Total, son sólo unos meses, qué problema habrá. A la vuelta me caso y ya está, todos felices…”
22 años se quedó allí la tía finalmente estudiando a los gorilas trabajando para National Geographic…
Lo que nos ofrece Gorilas en la Niebla, no es sólo un relato escalofriante del tesón humano como la que muestra la vida de Dian Fossey que no duda en apartar todo lo que ha querido y querrá de su lado por su obsesión profesional.
Gorilas en la Niebla es además un retrato muy acertado de la realidad africana que derivó de la herencia del reparto del continente por parte de Europa en el Siglo XIX.
Un gigantesco territorio con seguramente la mayor riqueza natural de todo el planeta, pero absolutamente ingobernable debido a las imposibles de erradicar eternas disputas entre países, tribus, gobiernos corruptos e intereses occidentales en cuanto a venta de armas se refiere que supondrán el devenir del continente durante quién sabe cuánto tiempo.
Los paisajes que nos muestra la cinta sobre Ruanda son increíbles y nos sirven para hacernos una gran idea de lo que podemos encontrarnos si tenemos la suerte de visitar el bello país africano. Bosques y jungla espectaculares, poblados esparcidos por la carretera, caóticos mercados, un pueblo en general muy pero que muy hospitalario…
Pero sobre todo lo que muestra con gran profundidad y veracidad es el problema endémico africano que refleja con gran acierto Gorilas en la Niebla: la trata de animales. Bien para llevarlos a un zoológico de cualquier otro país o bien para convertirlos en simples trofeos particulares de algún puto salvaje. Es decir, ejemplares de especies bajo un gigantesco peligro de extinción que son sacados de su hábitat para ser llevados a otras partes del mundo (obviamente matando a otros ejemplares de la manada que intentarán defenderse), o bien son directamente asesinados sin miramientos para traficar con partes de su cuerpo.
Pero lo peor de todo esto, y es sobre lo que realmente te hace reflexionar la peli, es que en aquellas zonas, este tipo de cosas se ve simplemente como un medio de vida. Algo normal y corriente que la naturaleza pone a nuestra disposición para poder comer. Sencillamente es un recurso básico que hay que aprovechar.
Exactamente igual a la concepción que algunos cenutrios pueden tener en nuestro país con el uso de los galgos, sólo útiles mientras sean capaces de correr tras las liebres, y cuando no las alcanzan, pues se les cuelga de un árbol y ya está, un problema menos.
Pues allí igual. Si cazar gorilas me da de comer a mí y a los míos pues a por ellos. Da pena, pero así ha sido, es y será la realidad y la forma de actuar humana. Salvaje. Como el África más salvaje, sí…