Sainte Chapelle de París: el relicario más grande de Francia
Siempre me viene a la cabeza la visita a la Sainte Chapelle de París como uno de esos momentos culminantes que uno recordará de por vida. Poder disfrutar de ella en directo después de haber visto tantas fotos en libros y haberte quedado tantas veces con la boca abierta por sus grandes vidrieras prometían una experiencia mística de las que pocas veces a uno le ocurren. Además ya sabéis lo que nos gusta por aquí una supercatedral o una buena iglesia, así que en este viaje a París todo parecía que iba a volver a culminarse de nuevo con una visita al Nirvana de todo buen viajero: una fotaca con la que enorgullocerte de ti mismo cada vez que la veas y pensar “joder, si esa foto la he hecho yo.. ¡hay que ver cómo manejo mi Réflex en automático, jijii! ”
Bueno, como contaba todo pintaba a pedir de boca, se trataba de mi primer viaje a París, todo lo que veía me sorprendía a cada paso, todo estaba iluminado por las luces de navidad, la ciudad nevada, la compañía acojonante y además aún no era temporada alta, por lo que se podía visitar todo sin colas y sin demasiada gente por la calle en general. De esas veces en las que realmente aparece la magia cuando te pegas un paseo nocturno por una ciudad que acabas de conocer y la sensación de estar disfrutando verdaderamente del momento es indrescriptible…
Para que os hagáis una idea de lo perfecto que estaba siendo y de lo rodado que iba a todo… ¿os acordáis de aquella superfamosa huelga de controladores aéreos que tuvo lugar hace unos años y que jodió el puente de la constitución a casi todo el mundo? bien pues a mi no me cogió porque casualmente me adelantaron el vuelo una semana antes un par de horas. Y eso hizo que mi avión fuera el último en despegar desde el aeropuerto de Sevilla… jijiji. ¡¡¡MUAHAHAHA!! resto de españoles ahí os quedáis, pringaos!!!
Después me la devolvieron todas juntas porque debido a una tormentaza de nieve mi vuelo de vuelta se retraso casi un día completo y tuve que dormir tirado como un perro en el suelo de Orly -ya ya, no me debería haber Muahaheado antes tan pronto, lo sé- pero bueno eso ya no cuenta porque el resto del viaje fue como decía inolvidable…
INOLVIDABLE porque cuando por fin entré en la Sainte Chapelle de París, el cielo se nubló ¡y no dejó que se filtrara ni un solo rayo de sol que iluminara las enormes vidrieras por dentro! Así que estaba iluminada por lamparas con bombillas bastante cutres… ¡Qué decepción! ¡joder! Y eso no es todo, sino que encima la zona del ábside la tenían totalmente tapada por unas lonas porque estaban haciendo labores de conservación de los ventanales… .
En fin que toda la ilusión que le habíamos puesto en contemplar esta puta maravilla del gótico para nada. Bueno para nada, tampoco, porque es cierto que impresionar impresiona un rato, lo podéis ver en las fotos a continuación, pero vamos no me jodas, es que no es lo mismo, no es lo mismo… Nos quedamos muchísimo con las ganas de poder haberla visitado y observado en todo su esplendor. Tal y como decíamos que la habíamos visto fotografiada tantas veces en los libros de historia del arte y en revistas de viajes sobre París.
Para acceder a ella no es demasiado complicado. La Sainte Chapelle de París se encuentra en la Ile de la Cite, la pequeña isla que está en medio del Sena y en torno a la que la ciudad se ha ido conformando a lo largo de la Historia. La isla donde está Notre Dame, vamos, no tiene perdida.
Podéis cruzar cualquiera de los puentes, bien el Pont Neuf (qué a pesar del nombre, paradojicamente es el más antiguo de la ciudad) o el Pont Au Change, donde podéis aprovechar y sacar un par de buenas fotos de la Catedral y del Castillo que linda la isla con el río. Éste es más directo porque desemboca en la calle en la que se encuentra el acceso. El caso es que hay que estar atentos porque es bastante fácil que se nos pase por alto. La Sainte Chapelle de París se encuentra dentro de las dependencias del Palacio de Justicia (Liberté, Egalité, Cafe Frappé…), y lo cierto es que si no estás bastante atento, no la ves. Vamos es que no se ve desde la calle así que mejor os adjuntamos foto.
Tras entrar en el edificio cruzaréis un arco de seguridad donde te tienes que ir quitando cosas rollo aeropuerto (recordad que estáis accediendo al Palacio de Justicia; después por cierto podéis bichear por las dependencias si os hace ilusión, mientras no deis mucho el cante no os van a decir nada). Este control es en realidad el culpable de que si hay cola, se pueda tardar un tiempo en entrar. Y a continuación ya pasaréis a un patio donde ya os encotraréis con la Sainte Chapelle para acceder y para pagar la entrada.
La visita la comenzaréis por la planta baja de la capilla. Una exquisitez decorada con bóvedas azules con estrellas. Y de ahí podréis acceder a la planta de las vidrieras subiendo a través de una pequeña escalera de caracol construida de tal manera que hará que perdáis el sentido del espacio y la orientación para así sentiros todavía más sobrecogidos por el increíble espacio infinito de los ventanales.
Vamos a hablaros un poco de porqué se construyó la Sainte Chapelle. El motivo fue porque el Rey de Francia Luis IX, San Luis, se hizo con unas reliquias de Jesucristo en un viaje que realizó a Constantinopla. Adquirió un trozo de la Santa Cruz, la Corona de Espinas, el hierro de la Lanza que Longinos le clavó a Cristo, la esponja con la que le ungían vinagre en las heridas -qué agradable- y alguna que otra cosa más que también le entró en el lote. Claro, el rey mas feliz que una perdiz en escabech (pronúnciese en francés) con sus juguetes pues les tuvo que hacer un edificio acorde a su importancia donde guardarlos. Un edificio que obviamente sería más bonito que un San Luis… (bufff, si después en comentarios me dejáis algún tipo de amenaza por los chistes del artículo, lo comprenderé, no os cortéis)
Y para ello contrató a los maestros constructores más insignes de toda Francia para levantar el increíble monumento gótico del que estamos hablando. Para que os hagáis una idea de las dimensiones, las vidrieras tienen una altura de unos 15 metros. Que quizás no es muy exagerado si las comparamos con otras construcciones góticas como León, Chartres, Amiens, Reims, etc. Pero en el conjunto de la Sainte Chapelle y de sus finísimos contrafuertes entre los que se levanta la nave, es algo sencillamente celestial.
Por cierto, no sabemos si hoy en día las reliquias se siguen conservando allí. Creemos que no porque no nos suena haber visto nada cuando la visitamos. Aunque sí que os podemos decir que la corona de espinas que se trajo San Luis desde Estambul actualmente se mantiene guardada en Notre Dame. Os lo decimos porque una vez al mes, el primer viernes, la exponen al público y se le venera en una ceremonia y tal. Así que si coincidís en fechas por allí y tenéis curiosidad la podréis ver. – Vale, acabo de mirar lo qué pasó con el resto de reliquias y no están en la Sainte Chapelle porque durante la Revolución Francesa se quitaron de allí, permaneciendo en la Biblioteca Nacional hasta 1801, desde donde ya se trasladaron al tesoro de Notre Dame-. Por cierto, en este enlace tenéis un documental de National Geographic sobre las reliquias.
Seguimos… Bueno pues como comprenderéis y hablando de corona de espinas, se me quedó en la cabeza una intensamente clavada por no haber podido disfrutar de la Sainte Chapelle como se merece. Así que aprovechando otro viaje posterior a la capital francesa, obviamente me acerqué de nuevo.
¿Qué pasó? que este segundo viaje lo realicé en plena primavera. En abril concretamente, creo. Y París en abril, en cuanto a tiempo, es una locura absoluta con una primavera impredecible con lluvias, vientos y una sucesión permanente de gigantescos nubes y claros que alterna con un sol brillantísimo… Total que no me lo pensé y un día más o menos soleado me fui para allá. Y como todos habréis deducido pues al llegar a la puerta y como es normal, el cielo se puso absolutamente negro y de nuevo ni rastro de rayos de sol…
Pues nada me volví otra vez donde estaba el grupo y aproveché para ver la Opera Garnier. Algo impresionante que tampoco os debéis perder.
¡Y de repente apareció el sol! ¡Y una vez más me fui a probar suerte con la Sainte Chapelle! Cogí raudo el metro y hacia la Isle de la Cite corriendo… no sé si os pasa lo mismo pero este tipo de desplazamientos que uno hace sólo por la ciudad -el resto del grupo obviamente pasaba tres kilos de mí y de mis locuras- yendo de un sitio para otro, metro arriba, metro abajo, paseo por aquí, paseo por allá, son los que te hacen sentir como parte de ella. Sintiendo casi como que la dominas y que podrías desenvolverte sin problemas a diario. Además siempre te pasa algo curioso que recuerdas.
En esta ocasión en el metro, entró una señora pidiendo, bastante desaliñada y un poco echada a perder; lo normal en estos casos… Bien pues empezó a cantar por Edith Piaf y madre mía, cómo cantaba, todos allí con la boca abierta… El caso es que le di un par de monedas y me contestó con un “Merçi beaucoup Monsieur” supersentido que me sorprendió aún más y me hizo sentir 100% luteciano. No sólo eso, sino que encima, al salir de la estación me encontré cara a cara con Isengard y al verlo me quedé más petrificado que un trol charloteando con Bilbo.
Y se ve que la buena obra del día tuvo su recompensa porque por fin llegué a la capilla y el sol brillaba con una fuerza acojonante. Así que por fin pude alzar la vista hacia las magnificas vidrieras, quedarme media hora sentado mirándolas, hacer quinientos millones de fotos y por último, quitarme de mi propio relicario esa tan cristiana espina que tenía clavada.
Para terminar, un broche de oro. Un vídeo donde comparamos La Sainte Chapelle reflejada en el Assassins Creed Unity y como es en realidad. Lo cierto es que los chicos de Ubi Soft, lo hicieron bien. Muy muy bien…
¡De regalo os dejamos con más fotos de nuestro paseo por París en primavera! ¡Hay que ver lo bonita que es!