Segovia es una de esas ciudades próximas a Madrid en las que te puedes hacer una escapada de un día desde la capital para olvidarte por completo del agobio diario. Una preciosidad a escasos 100 km. que contiene dos maravillas universales atemporales de ésas que todo el mundo debe de disfrutar una vez en la vida…: exacto, el cochinillo y los judiones de La Granja. Bueno sí, y también claro, el Acueducto Romano y el increíble Alcázar que se va a convertir en el protagonista principal de este paseo alternativo por Segovia que os queremos descubrir en el artículo. Bellísima ciudad…

Como decíamos, Segovia pertenece a ese cinturón de poblaciones en torno a Madrid que se convierten en ciudades turísticas de un día. Y así como las grandes capitales turísticas españolas buscan el nirvana de conseguir las tres pernoctaciones (Sevilla, Granada, Valencia y Málaga principalmente, Madrid y Barcelona sí que las consiguen…) este conjunto de localidades busca la pernoctación a secas.

Al igual que ocurre en muchas ciudades que acogen cruceros y que ven cómo se llenan de turistas casuales al llegar el barco, podemos decir que en estas capitales ocurre algo parecido con las llegadas de los trenes de alta velocidad de la mañana de los sábados y los domingos, y la desaparición de las hordas de visitantes a última hora de la tarde que además siguen un patrón de comportamiento muy similar.

Pues bien, justamente lo contrario a eso es lo que os vamos a enseñar en este artículo: cómo pasar un buen día en la ciudad del acueducto pero intentando enseñaros un paseo alternativo por Segovia al que todo el mundo hace -pasar por debajo del acueducto, la calle comercial hasta la Catedral, seguir hasta llegar al Alcázar y media vuelta-.

Y para que podáis recrearlo con todo detalle si os gusta, éste es el enlace donde encontrar todas las localizaciones de las fotos que ilustran al reportaje y que iréis viendo a continuación: https://drive.google.com/open?id=1JADnKMvrlyU1Cplaxb4g9EdLkGU&usp=sharing

Pero no os preocupéis porque el Acueducto Romano también vais a poder observarlo tranquilamente y no os lo vais a perder. De hecho es justo aquí donde bajaremos del autobús que nos trae al centro desde la estación de trenes y, donde, antes de hacer nada, buscaremos las escaleras que están pasando el monumento para desde arriba obtener unas impresionantes vistas de esta hermosa herencia romana.

Y ya después, tomaremos de nuevo otro autobús que nos dejará en el increíble sitio que estamos buscando donde empezar nuestra visita segoviana. Antes si queréis podéis acercaros a la oficina de información a ver qué os dicen en general de la ciudad. A nosotros lo cierto es que nos sirvieron de bastante poca ayuda. No sólo porque no fueron capaces de darnos datos sobre si existía algún bar con terraza elevada con vistas sobre la ciudad -alguno habrá digo yo, más ahora que están tan de moda en todas partes – sino que encima, al preguntarle por alguna línea que nos llevara al sitio donde queríamos ir -yo sabía con seguridad que había una que te dejaba en allí, aunque no el número- el hombre que nos atendió sólo decía que lo desconocía mientras nos intentaba vender tickets del típico autobús panorámico que da vueltas a la ciudad… Que sí, que imagino que te llevarás tu comisión como ocurre con todas estas cosas, pero si te preguntan por algo tan concreto y ves que lo tenemos tan claro que no vamos a comprar el mierdabus ese, pues ayúdanos hombre, ayúdanos…

En fin, que la línea que tenéis que pillar es la número 8, que tiene parada exactamente en el mismo punto donde os deja el que procede de la estación y debéis de bajaros en la penúltima parada del recorrido en caso de venir durante el fin de semana. Es curioso porque si se trata de un día laborable si que hay parada en la Pradera de San Marcos, el lugar donde comenzaremos el paseo alternativo por Segovia. Pero si es finde, no. En lugar de ello la última parada te lleva hasta el barrio de Zamarramala que está bastante alejado de la ciudad. Aunque eso sí, ofrece unas vistas increíbles de todo el conjunto histórico. Lo sabemos porque es que el caso es que subimos hasta Zamarramala. El conductor al preguntarle nos comentó que miráramos si era allí dónde queríamos ir, y que si no, que nos bajáramos sin ningún problema después en la parada de anterior ya en el recorrido de vuelta -amabílisimo el hombre- así que como decíamos disfrutamos de unas vistas increíbles de Segovia, del Alcázar y de la enigmática Iglesia de la Vera Cruz.  De hecho, si os acercáis a Segovia en coche subid a Zamarramala solo por ellas. No lo dudéis que merece mucho la pena.

La Iglesia de la Vera Cruz es otra construcción segoviana que también me había llamado muchísimo la atención desde que la conocí. Siempre la había observado desde las vistas que ofrece el Alcázar ya una vez estás dentro y tenía una curiosidad enorme por verla. Os animo a hacer lo mismo porque no os defraudará. Su construcción en el Siglo XIII se le atribuye o a los Templarios o a la Orden del Santo Sepulcro, pasando a formar parte a partir de 1531 de la Orden de Malta. Sin lugar a dudas es un lugar con bastante magia y misterio.

De hecho se considera que está emplazada en un enclave con fuerzas telúricas que puedes hasta llegar a sentir de una forma bastante sencilla. En la zona baja de la Iglesia, en el círculo concéntrico que forma la especie de cripta -no es cripta porque no hay muertos, pero es que no sé como se llama-, aparte de poder hacer el juego de hablar cara a la pared flojito y que os escuche el de enfrente, si os colocáis justo en el medio del círculo, cerráis los ojos y os dejáis llevar, llegará un momento en que sientes un cosquilleo en los pies y una especie de relajación brutal al punto en que os parecerá que estáis flotando. Es muy curiosa la sensación la verdad, probad a hacedlo. Al lugar se entra por ese arco que veis en la foto.

Bueno el caso es que tras este pequeño inciso, y retomando lo de antes, desde el lugar en el que nos bajaremos del autobús nos encontraremos con esta majestuosa vista del Alcázar.

Y desde allí únicamente tenemos que seguir la carretera hasta llegar a la que nombrábamos antes: la explanada de San Marco. En este punto podréis haceros unas fotos impresionantes con el Alcázar de fondo. Pero a pesar de lo espectacular del sitio, este lugar ya lo conocíamos, y no se trataba del que en un principio estábamos buscando…

Yo recordaba imágenes con otro ángulo desde donde se veía el palacio nevado y sabía con seguridad que se trataba de otro sitio. De hecho, en otra ocasión que pude hacer la excursión en coche desde Madrid, e igualmente siguiendo con la búsqueda de ese lugar, descubrimos otro emplazamiento que tampoco estaba nada mal. Pero no, seguía sin ser el punto exacto que estaba buscando…

El caso es que en realidad tampoco estaba tan lejos ni apartado como pensaba, de hecho no tiene mucha pérdida. Para llegar, únicamente tenéis que seguir la carretera que sale de la ciudad, dejando a vuestra espalda la explanada de San Marcos y, justo después de atravesar la puerta donde Segovia termina, tomar el sendero a la izquierda, cruzar el Río Eresma y subir unas escaleras…

Y voilá, ahí tenéis la supervista toda para vosotros, para recrearos todo lo que queráis y sacar postales y postales.

De hecho éste era justo el encuadre que recordaba de aquella foto que comentaba, con todo el Alcázar rodeado de árboles, sólo que el paisaje estaba nevado. Bueno y para quien no lo sepa, aunque la historia es bastante conocida, y para darle todavía más valor a la localización donde os encontraréis, fue en este lugar y desde esta perspectiva desde el que Disney se inspiró para diseñar El Castillo de la reina de Blancanieves.

Una vez ya completado el objetivo principal que durante tanto tiempo estuvimos buscando, continuemos con este paseo alternativo por Segovia… Para ello vamos a volver por nuestros pasos para ir otra vez hacia la pradera de San Marcos y acceder desde allí, a través de una pequeña abertura entre los setos de la derecha, a la vereda del Río Eresma. Justo desde este punto comienza uno de los paseos urbanos más bonitos que uno puede hacer en toda la geografía española.

Un río de agua cristalina, a ratos corriente, a ratos tranquilo, el ruido relajante del agua que se mueve, peces que se ven a simple vista, árboles que tapan el sol trasluciendo la luz creando sombras con vaivén, un color maravilloso que va cambiando verde, amarillo y marrón según la época del año y todo, todo ello, flanqueado en todo momento por la increíble mole defensiva donde se alza el Alcázar.

Un sendero superagradable por el que caminar, hacer ejercicio, ir acompañado, perderte en solitario, oír música, disfrutar de un buen libro, o beberte alguna cañeja mientras, como decimos de nuevo, recorres el Eresma y vas bordeando el flanco norte de la ciudad segoviana.

Podéis seguir caminando hasta donde os dé la gana. El camino continúa prácticamente hasta el fin del discurrir urbano del agua, pero si no os queréis alejar demasiado del centro y seguir viendo cosas, lo mejor que podéis hacer es coger el puente que se encuentra junto a la Real Casa de la Moneda de Segovia. Un monumento no tan conocido de la ciudad, pero que es un ejemplo muy notable de arquitectura civil-industrial de la época de Felipe II.

El emperador católico quiso que se acuñaran monedas usando la técnica del rodillo y me imagino que también se le diera un poco de respiro a la casa de la moneda sevillana que hasta entonces era quien aglutinaba casi la totalidad de esta actividad con los metales que venían de América.

El edificio es muy interesante, de Juan de Herrera -sí, el arquitecto de El Escorial, podéis ver que el estilo es muy reconocible- y en él podéis ver de qué trata esta técnica y como se utiliza el movimiento del caudal del agua para que, mediante molinos, se mueva la maquinaria necesaria. También dispone de una terraza sobre el Eresma -la que habéis visto antes en la foto- en la que poder descansar un poco y tomaros algo disfrutando de la sombra y del sonido de la corriente.

Bueno, tras el pequeño descanso, vamos a darle otro empuje al paseo alternativo por Segovia. Justo cuando salís del edificio veréis un camino. Tomadlo, porque es el camino que te lleva hacia las murallas, aunque por el tipo de sendero, igualmente podría llevarte a la Balsa de Balsadera donde cruzar el Brandivino. -Buff qué obsesión por las rimas y el Señor de los Anillos, qué cruz, vaya carga más pesada, que llevar al Monte del Destino…-. ¡¡Oooootra veeeeeez!! 

Y llegaremos como decíamos a las murallas de Segovia, que para quien no lo sepa -yo no tenía ni idea- son, junto a las de Ávila y las de Lugo, las tres que se conservan en su totalidad y circundan por completo a la ciudad. Ahí donde hacían falta construirlas me refiero, porque si tienes un acantilado de 90 metros de altura de pura roca, para que vas a construirte una murallita de tan sólo 10 metros de alto… A partir de aquí, id escalando por las retuertas y vericuetos que te ofrecen alguno de los caminos que van subiendo hacia la parte superior mientras aprovecháis y seguís haciendo fotos del espectacular paisaje que rodea a la ciudad. Cuando menos os deis cuenta os encontraréis frente a la puerta de entrada del Alcázar.

¡Y entrad en él, eh! No dejéis pasar la oportunidad de ver este maravilloso castillo de cuento. Al sacar la entrada tendréis varias opciones: visita sólo del palacio, visita incluyendo la subida a la Torre y, por un euro más, formar parte de una explicación guiada que, sin ser una maravilla, merece bastante la pena.

Cuentan bastante cosas interesantes como que por ejemplo el Alcázar fue sede estable de la corte real desde el primero de los reyes de Castilla hasta Carlos V. Aunque tened en cuenta que, mas o menos, hasta Isabel y Fernando, los reyes se encontraban en continuo movimiento a través de la península repartiendo estopa a musulmanes para reconquistar tierras, o a nobles y líneas de herederos rivales que intentaban usurpar el trono, a otros tantos por no pagar impuestos, a aquel por sublevarse, al otro por aliarse con una familia real, etc, etc… vamos, lo típico en la Edad Media.

También nos cuentan la curiosidad de que los techos mozárabes actuales no son los originales. Debido a un incendio bastante salvaje que sufrió el monumento, todas las cubiertas quedaron destruidas, así que se “rescataron” otras procedentes de otras iglesias y palacios del reino y fueron colocados en su lugar. En estas fotos podéis verlos, junto a las estatuillas que representan todos los reyes que habitaron en algún momento el edificio.

Otra cosa que no debéis perderos son las vistas increíbles que tenemos de casi toda Segovia desde cualquiera de las ventanas del conjunto arquitectónico: la pradera desde donde estuvimos fotografiando el castillo, la Iglesia circular a la que hacíamos referencia al principio, o, una vez hemos subido a la Torre, poder tomar fotos impresionantes de la ciudad y de las montañas y llanuras que la rodean.

Ya lo hemos dicho a lo largo del reportaje, pero es que es bastante palpable que el contexto natural que rodea a Segovia es muy muy muy difícil de superar en toda la península. Desde luego que la visita merece la pena y mucho.

¡Ah, por cierto! otra cosa alternativa -además de placentera y necesaria- a hacer durante vuestra visita al Alcázar: id al servicio. Al que está debajo de la torre. Justo antes de entrar, hay una escalera que continúa hacia abajo y que os dará acceso a las partes más antiguas de la construcción. A los sitios ocultos de la fortificación, a la zona colindante al foso, y a una especie de sala de exposiciones que se ve que acoge actividades de vez en cuando, pero que en el momento en el que estuvimos por allí, estaba cerrada.

Y para acabar con el artículo, y recalcando una vez más que estamos hablando de un paseo alternativo por Segovia, NO os vamos a recomendar un sitio donde comer cochinillo… En su lugar os recomendamos un restaurante bastante bonito, no muy caro y con platos de todo tipo que escapan de la comida castellana. También con posibilidad de platos veganos ahora que hay tanta gente a la que le ha dado por eso. Dejad hueco para el postre y ¡no os perdáis la tarta de queso! que no es una tarta al uso, es más bien una especie de pudding, que está realmente impresionante. El establecimiento, se encuentra justo al lado de la catedral. Si observáis la foto, no tiene pérdida. Almuzara se llama…

¡Venga, a disfrutar de Segovia!