La Trilogía de la Regañá: Sevillanía en libro
Bueno, para comenzar siendo sincero en este artículo, tengo que admitir que la primera vez que oí hablar de El Asesino de la Regañá pensé que “vaya chuminá más tonta y vaya mamarracho de libro tenía que ser la novela esa“.
Un nota (ya que estamos hablando de sevillanía en el artículo, vamos a usar lenguaje sevillano) que hacía ya un tiempo que rulaba por ahí en Twitter llamado @rancio y que se dedicaba a poner curiosos tweets sobre los estereotipos más sevillanos llevados al extremo. Rancio, viendo el éxito de sus ocurrencias, las numerosas réplicas que recibía y dándose cuenta de que por ahí había un filón bastante jugoso por explotar (algo muy parecido al actual Postureo de Sevilla de Facebook), decide hacer uso de sus habilidades como periodista/redactor/escritor para venirse arriba y escribir un libro. Un caso parecido, por ejemplo, al de Juanele Zafra con su novela “Cómo casarse con un nalgafina” que también os recomendamos porque es otra con la que no pararéis de reír y que también usa a Sevilla ciudad como decorado permanente.
Yo, como buen sevillano de pro, enseguida pensé: “Buá, un aprovechao más. Un tío que se suma a la moda del sevillaneo (el pelotazo de Los Compadres) e intenta hacer una historia graciosa pero sin ninguna gracia. Porque lo peor que puede existir en la vida es un tío sin gracia que se cree que la tiene. Valiente personaje seguro. La regañá…”
Peeero, cada vez más personas me hablaban del libro. Kiyo leételo, te vas a descojonar, tiene to el arte, es que te meas, es como si recorrieras Sevilla al mismo tiempo que te partes. “¡Joder venga! Pues echémosle el vistazo, a ver qué pasa. Además que se trata de un autor novel, y normalmente tus experiencias con este tipo de escritores suelen ser muy agradecidas, acuérdate de Héroes y el retrato de Málaga.”
Y así fue. Vaya la Trilogía de la Regañá cómo me sorprendió y vaya las carcajadas que he echado con las aventuras del Inspector Villanueva y el Agente Jiménez en esta santa ciudad mariana donde vivimos y que tiene por nombre Sevilla.
¡¡Sevilla qué hermosa eres!! -A pesar de que Murcia siempre te haya querido quitar el sitio con malas artes televisivas-. Tus rincones esperando impacientes a ser descubiertos, tus fuentes que rompen el silencio de un callejon indemne, tus iglesias cofres de tallas inmortales, tu cielo añil de atardecer de primavera, tu lámina dorada de Guadalquivir a media tarde, tu fragancia de azahar y jazmín al recoger el dobladillo que te brinda una esquina misteriosa, esa silla de nea de El Pali atemporal asentada en su portal, quiero ser un vagabundo más, tapado por estrellas, que alumbren mi ciudad… ¡Ole qué sevillanía!
¡Y que nunca cambie nuestra ciudad! Que nunca se pierda la esencia que nos ha hecho grandes. La envidia del resto de Andalucía, bueno no, mejor de España entera, que dise España, ¡Uropa! ¡El planeta Tierra a nuestros pies y los marcianos desde Marte que embelesados nos contemplan porque ya sabemos que La Giralda y la Torre Pelli son las únicas construcciones hechas por el hombre que pueden verse desde el espacio a simple vista!
Viva esa ranciedad que nos ha hecho únicos e inimitables. Para siempre. Porque para eso existen los guardianes de la sevillanía eterna que no permitirán que las cosas en ningún momento se vayan de madre. Porque si cualquiera, sea quién sea, se atreve a intentar cambiar algo, una mano negra con guantes blancos de diputado de tramo, actuará en consecuencia. Y dejará las cosas claras, muy claras, y sobre todo y lo más importante, las dejará como estaban.
Éste es el resumen, sencillo y directo, que mejor describe el argumento de la Trilogía de la Regañá de Julio Muñoz Gijón o Rancio Sevillano. Un joven periodista y escritor que la está liando y que se está hinchando a vender libros en la ciudad de Sevilla.
Y es que Julio ha sabido encontrar una fórmula que ha tenido un éxito enorme al saber mezclar magistralmente varios ingredientes mágicos: los tópicos más arraigados de nuestra ciudad; la inclusión de un personaje foráneo que obviamente flipa con todo lo que se encuentra por aquí -para que os hagáis una idea, como la inspectora que también llega del norte en la peli de El Mundo es Nuestro de el Culebra y el Cabeza- pero al que no le cuesta casi nada ir amoldándose a tan peculiar idiosincrasia; la eterna dualidad (una de tantas) entre lo moderno y lo clásico -rancio- que se da en Sevilla; y sobre todo un arte grandísimo contando las cosas típicas que puedes encontrarte en cualquier momento en el día a día de la ciudad junto a unos golpes de humor enormes capaces de provocarle una sonora carcajada hasta al Muñidor de la Mortaja.
Tres son los títulos que componen la Trilogía de la Regañá: El Asesino de la Regañá, el Crimen del Palodú y el Prisionero de Sevilla Este. Y sólo por los nombres ya merece la pena comprarlos y leérselos de un tirón, de arriba a abajo y de atrás palante. Porque además es así como se leen. Del tirón. Porque como no paras de reírte, de recorrer sitios por los que has pasado, de entrar a bares donde has estado, de leer historietas y anécdotas que conoces, de encontrarte con personajes en la trama supercarismáticos y representativos de la ciudad, pues siempre quieres más, más y más.
Para que os hagáis una idea de lo que os vais a encontrar, todas las fotos que ilustran el artículo son localizaciones que aparecen en las tres novelas. Bueno he dicho tres, pero creo que hace poco acaba de sacar una cuarta. Aunque no sé si también recoge aventuras de Villanueva y Jiménez. Lo podría investigar -es decir, mirarlo en internet- pero bueno, mejor prefiero llevarme la sorpresa cuando me haga con ella en unos días. Sean estos dos particulares policías o no los protas, leído lo leído, seguro que volveré a disfrutar como un enano con ese nuevo título.
Resumiendo: si eres sevillano, La Trilogía de la Regañá, tienes que leerla. Si has vivido en Sevilla durante al menos unos 5 años, tienes que leerla. Si vienes periódicamente a esta ciudad, tienes que leerla. Si has hecho botellón en El Salvador, tienes que leerla. Si sabes lo que es una de adobo con bayonesa, tienes que leerla. Si alguna vez cambiaste la tele sin querer a Canal 47 un viernes por la noche, tienes que leerla. Si sabes cómo sigue esta copla: “Por ella fue el amor, el odio, la paz y el tormento…”, tienes que leerla. Si no puedes callarte el premio cuando una frase acaba en cinco, preguntas a alguno por el abogado o cuando le dices a alguien que te ha dado recuerdos para él, el Oliva, tienes que leerla. Si te gustan los serranitos, los montaítos de pringá, los pavía de bacalao y además odias la Mahou porque no puedes serle infiel a ya sabes quién, tienes que leerla…
¡Kiyo que la leas! y ya si eso, luego me cuentas.
Justo en ese edificio “Ciudad de Sevilla”, pasé unos cuantos años de mi incipiente profesionalidad… Donde hoy esta “El Costurero de Lola”, casi comencé mi andadura en aquella agencia de viajes… “Viajes Marthe”, en martes, ni te cases ni te embarques, no era muy afortunado el nombre.
Allí vi pasar mas de una cofradía, me enteré de que Adolfo Suarez había dimitido y mas de un atentado de ETA.
Siempre se dice que parece que fue ayer, pero no, han pasado muchos mas días